La distancia más corta entre dos puntos no es la línea recta
2023-02-06
5 min de lectura
Cuando aprendíamos matemáticas en el colegio, nos enseñaban que la línea recta se definía como la distancia más corta entre dos puntos. A medida que avanzamos en nuestra formación, la cosa se complicaba, y resultaba que lo anterior es válido exclusivamente para geometrías euclidianas, en honor de Euclides de Alejandría, considerado como uno de los grandes matemáticos de la historia.
En una superficie plana, donde solo existe la longitud y la anchura, efectivamente la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta que los une, pero, consideremos un escenario diferente.
La tierra no es plana, tiene forma esférica y, por tanto, para trazar la línea recta entre dos puntos, que sería la distancia más corta, habría que atravesar la esfera lo cual, no es posible. Si nos dirigimos de un punto a otro por la superficie de la tierra, estaremos trazando la geodésica, esa es la distancia más corta que, además debe estar contenida en la misma superficie.
Lo vemos perfectamente al viajar en avión. Los vuelos, seguirán una trayectoria curva, siguiendo el llamado círculo máximo entre origen y destino y es en ese círculo donde se encuentra la distancia mínima, la geodésica que, por tanto no es una línea recta.
Las cosas se complican todavía más con Einstein, pero no quiero entrar en ese tema. Vamos a tratar como, en ocasiones, en el mundo real, tampoco la distancia más corta es la línea recta y lo haremos haciendo una analogía con gestión de proyectos y toma de decisiones en empresas.
En el mundo empresarial, a veces, se observan ciertos problemas que impiden el correcto desarrollo y crecimiento de un negocio. Para resolverlo, se propone hacer algo innovador, diferente, que puede suponer un cambio significativo en el modo de operar de la compañía. Ahí, aparecen las fuerzas que hacen que lo que parecía sencillo, no lo sea.
Para moverse desde el statu quo actual, punto A, a la nueva situación, punto B, el camino más corto no será nunca la línea recta. Es más, la línea recta será, con seguridad, el único camino imposible de seguir.
Algunas personas verán en el cambio una amenaza a su situación de privilegio actual, y con ello una pérdida de poder. La situación actual la tienen controlada, no es momento de comenzar algo nuevo, el rechazo y el miedo al cambio aparecen y se colocan por delante del objetivo estratégico de la empresa.
De este modo, nos encontraremos en un número interminable de reuniones, con muchos asistentes de los cuales, más de un 50% tienen un absoluto desconocimiento de la realidad que está llevando al lento, pero progresivo, deterioro del negocio. Asisten a las reuniones para defender sus parcelas, es así en las organizaciones estructuradas por procesos, de las que hablaremos en otra ocasión.
Siendo malo lo anterior, lo verdaderamente terrible no es que no sepan nada de las motivaciones para el cambio, lo más grave es que no tienen ningún interés en conocerlo. Asisten para cubrir el expediente y ya está. Ocultándose tras la supuesta complejidad del proyecto, aparece un invitado nuevo: “el sistema”. Y resulta que es “el sistema” el que no permite poner en marcha el cambio. Nunca tuve la oportunidad de conocer a ese empleado ficticio, “el sistema”, pero sin duda su importancia es vital.
Lo que parecía sencillo, es ahora una tarea enorme. De ahí, que, para moverse entre A y B, no podamos seguir una línea recta. Si nos ven venir, lo tirarán abajo. Precisamente la línea recta es el único camino que no podemos seguir. Habrá que ir paso a paso, alejándonos de la solución que, el consenso indica, sería la mejor, ir modificando la propuesta inicial, aceptar alguno de los planteamientos alternativos y de ese modo ir ganando apoyos.
El camino necesario para llegar a B desde A
Hay que identificar a los verdaderos artífices del bloqueo, y su posición jerárquica, buscar y ganar apoyos, uno a uno para aislar ese bloqueo, que quedará acorralado y en evidencia. Hay que ir acercándose de A a B, sorteando obstáculos, acercándose poco a poco a la solución.
En un momento determinado, cuando el punto B está lo suficientemente cerca, hablar con las últimas voces de bloqueo, es conveniente y quizás, necesario. En general, serán empleados de rangos superiores y en ese momento, cuando el cambio parece ya inevitable lo abrazarán para no quedar aislados. Es más, seguramente lo venderán como una iniciativa suya, desarrollada por su equipo y que finalmente ve la luz con su apoyo.
Un compañero y amigo, con más de 25 años de exitoso trabajo en su empresa, me comentó en cierta ocasión, haber conocido personas que le habían demostrado que el camino más corto entre dos puntos, no era la línea recta y tengo que admitir, que estoy en total acuerdo con él. Y si lee éste artículo, con seguridad recordará su comentario que sirve de inspiración para éste artículo.
Cualquier generalización es siempre inexacta e injusta, yo no quiero serlo. Hay, afortunadamente, muchas excepciones. Hay asistentes en esas reuniones, en el otro 50%, que están muy interesados en el proyecto de cambio, bien porque conocen la situación que obliga a realizarlo o porque precisamente por no conocerla, tienen interés en aprender. Ellos serán nuestros grandes aliados, enriquecerán las discusiones a medida que van conociendo el detalle del proyecto y realizarán aportaciones de gran valor que, puestas en marcha, mejorarán sustancialmente la idea original.
En resumen, para ir de A a B, olvidarse de la línea recta, mejor pasos cortos, en diferentes direcciones, sorteando las dificultades, ganando apoyos para ir acercándose al objetivo hasta poder dar el paso final. No será el camino más corto, pero la probabilidad de llegar a B será más alta. Lo mejor, puede ser enemigo de lo bueno.
Comentarios
Saúl
el año pasado
Interesting! Thanks a lot!
José
el año pasado
Interesante….