El mercadillo de San Jerónimo
2024-02-06
17 min de lectura
Desafortunadamente, la sede de la soberanía nacional de España, el congreso de los diputados, el emblemático e histórico edificio del palacio de las cortes ha sido convertido por los actuales usufructuarios, en lugar de subastas, en un mercadillo de muy baja calidad donde la democracia brilla por su ausencia.
Los mercados de Madrid
Los mercados, son uno de los principales atractivos de Madrid. Sin duda el más conocido es el mercado de San Miguel, pero hay otros, el de Barceló, el de San Antón, el de la Paz. En estos locales, era donde, antiguamente, se compraban los alimentos para las familias. Yo visitaba con frecuencia el de la Paz, allí expertos profesionales en verduras, pescados, carne, chacinas ofertaban sus productos. Siempre recuerdo al señor del puesto de verdura que ofrecía las mejores judías verdes porque, decía, estaban regadas con ¡¡Pepsi Cola!! Me llamaba la atención cuando iba al mercado de la Paz con mi madre.
Junto a esa recuperación de los mercados, han proliferado los mercadillos. Los hay en muchos sitios, de frutas y productos de alimentación, artesanía en madera, cerámica y textil, de libros y otros que se montan en función de las fechas, siendo el más tradicional el de Navidad en la Plaza Mayor o el de artesanías en el paseo de recoletos.
Pero el mercadillo madrileño por excelencia es el rastro. Allí, en la ribera de curtidores, se juntan muchos comercios donde podemos comprar y vender de todo. Lo visitábamos con frecuencia en los años 70. En la parte baja de la calle, se montaba Toni Martin, que traía discos de importación y a quien compramos bastantes “Long Plays”.
En el rastro se regateaba. Del precio inicial, se podía bajar bastante dependiendo del producto y el comercio. Era divertido, aunque yo, reconozco, nunca he sido bueno y no me gusta mucho el regateo.
Mercadillo de la Plaza Mayor y el rastro - imágenes: El Mundo
El mercadillo de la carrera de San Jerónimo
La gran novedad es que, desde la segunda semana de enero de 2024, Madrid cuenta con ese nuevo mercadillo al que me refería en el comienzo del artículo: el mercadillo de la carrera de San Jerónimo.
El mercadillo ocupa un edificio histórico, el palacio de las Cortes, que ocupa el lugar de un convento del Espíritu Santo que fue destruido por un incendio. Narciso Pascual Colomer hizo el proyecto y el palacio, de estilo neoclásico, fue inaugurado por la reina Isabel II en 1850.
En su exterior tiene un pórtico, con un frontón triangular con, entre otras cosas, la representación de la constitución española a quien acompañan la fortaleza, la justicia, la libertad, el valor, las ciencias la paz, las bellas artes, el comercio y la agricultura, junto con los ríos y el valor español. Es obra de Ponciano Ponzano. Muy visibles son los dos leones que flanquean la escalinata de entrada, fundidos con los cañones de la guerra de África y a quien los madrileños hemos bautizado como Daoiz y Velarde en honor a los capitanes de artillería del levantamiento del 2 de mayo de 1808.
Exterior del palacio de las Cortes y león frontal
En el interior, los tradicionales puestos se sustituyen por asientos, que, en este mercadillo se denominan escaños, en los que se sientan los participantes, compradores y vendedores.
Interior del mercadillo de San Jerónimo y posición de los participantes - Imágenes EFE
Como se puede observar, no parece el lugar adecuado para un mercadillo que, como hemos dicho, suele ser itinerante, nunca ocupa un lugar fijo de manera continuada y desde luego, no dispone de los lujos de este palacio.
Un lugar histórico por muchos motivos. Ciñéndome a los más recientes, allí se consagró la constitución española en 1978, se proclamó a su majestad Juan Carlos I Rey de España, también su hijo, Felipe VI fue proclamado Rey aquí. Recientemente, la futura reina de España, Leonor, juró la Constitución española.
El edificio fue testigo, en 1981, de un intento de golpe de estado. En su hemiciclo, se han escuchado grandes discursos de cultos, educados y brillantes oradores y también a otros no tan educados, desde luego nada cultos y por ende muy oscuros, sin brillo alguno.
Este emblemático espacio de solemnidad y respeto, que representa la esencia de una democracia, importante en la historia de España, donde se gestionan los proyectos que desarrollan los modos de vida de los españoles, donde se han producido situaciones históricas, donde se sienta la representación nacional, funciona hoy de una manera que avergüenza a cualquier español no enfermo de ciega ideología.
Como he dicho, los actuales usufructuarios del edificio han decidido convertir a este lugar de excelencia y respeto, en un mercadillo. Pero no en uno cualquiera, hay diferencias notables con los demás mercadillos de la ciudad. Vamos a verlas.
Cómo funciona el mercadillo de San Jerónimo
Siempre se compran siete votos, ese es el producto, siempre el mismo. El precio de la compra es variable y es ahí donde, como si fuera una subasta, comienza la transacción. Curiosamente, no son los compradores quienes van incrementando el precio, como sucedería en una subasta. Es el vendedor de esos siete votos quien va subiendo el importe a medida que observa, atónito y feliz cómo, cada vez que lo aumenta, hay alguien que acepta la subida y que, además, es siempre la misma persona.
De este modo, se produce una subida de precio detrás de otra y todas son aceptadas. El comprador lo acepta porque, primero, necesita desesperadamente esos siete votos, para mantenerse en su lugar y, segundo, porque paga con dinero, bienes o derechos que salen de nuestros bolsillos en el mejor de los casos y en el peor, supone claras desigualdades entre españoles.
De esta manera, el chantaje y la extorsión se han abierto un hueco en el hemiciclo, al punto de convertirse en el modo habitual de comerciar. La puerta, la ha abierto un impresentable personaje que, ojalá, podamos olvidar pronto. Alguien que está llevando a España a una lamentable situación social, económica y de enfrentamiento entre españoles.
Los propietarios de esos siete votos, y los vendedores, son independentistas, condenados por la justicia y fugados de España. Su proyecto es destruir España y abandonarla, pero eso da igual, se puede negociar con ellos. Algunos, de hecho, han salido de la cárcel donde cumplían condena. Lo han hecho, gracias a una iniciativa del gobierno anterior, que aprobó un muy cuestionado indulto.
Se están presentando y aprobando leyes, escritas por los mismos independentistas condenados y fugados que serán los beneficiarios de dichas leyes, tan pronto como sean aprobadas. El condenado escribe la ley, con sus votos, la ley es aprobada y, en su aplicación, es amnistiado. Es increíble pero así es.
Las mercancías, los siete votos, se compran y se venden negociando. En muchas ocasiones, y previamente a las votaciones, se han reunido en algún lugar aquellos que quieren llegar a un acuerdo y, en ese lugar, ocultos, se produce el chantaje, extorsión o trueque que permite el posterior acuerdo. Una especie de cártel. Por actuaciones similares de acuerdos de precios numerosas empresas han sido condenadas.
Todo se produce a espaldas de una parte importante de la representación nacional, presente en la sala, y con el único interés de mantener el puesto en la negociación.
El regateo de mercadillo tradicional ha evolucionado y se ha convertido en chantaje y extorsión. Es decir, no existe la libertad del mercadillo tradicional donde tras el regateo se llega o no a un acuerdo. Aquí, en el mercadillo de San Jerónimo, se presiona y, en ocasiones amenaza, a los asistentes para conseguir beneficios económicos particulares de diferentes tipos. Se da el hecho de que los vendedores de los famosos siete votos están allí para destruir todo lo que representa a España.
El insulto forma parte habitual del lenguaje de los participantes. La mentira se ha convertido en el común modo de expresión. Nadie confía en nadie, solamente se mira el propio interés.
En el mercadillo tradicional, la transacción se finaliza con el pago que suele ir de comprador a vendedor. El mercadillo de San Jerónimo es muy curioso. El vendedor ofrece los siete votos y el comprador nunca paga. Pagan siempre los que están fuera, es decir nosotros, los ciudadanos. No se nos consulta ni pregunta ni informa de nada.
Es cierto que los participantes están allí porque fueron elegidos, pero también es cierto que llegaron prometiendo no hacer justamente aquello que están haciendo y que les permite mantenerse en el puesto del mercadillo. El puesto se ha conseguido sobre un montón de mentiras.
En ocasiones, la operación finaliza estableciendo un pago que no está permitido en la carta superior que recoge el funcionamiento de la democracia y que se llama Constitución. Da igual, las normas se cambiarán o mejor se reinterpretarán posteriormente para poder llevar a cabo la operación.
En el mercadillo tradicional, el responsable de cada puesto suele ser experto en su materia. Por ejemplo, en los mercadillos de libros de segunda mano, podemos charlar con personas que conocen perfectamente al autor, el número de ediciones de cada libro, donde se editaron y la historia completa de artículo que venden. En el mercadillo de San Jerónimo no hay que saber de nada, es más cuanto menos se sepa, mejor.
Los hay que confunden a Juana de Arco con Juana la loca, otros no saben la diferencia entre jamón ibérico y serrano, buscan votos hasta debajo de las “piernas”, confunden Birmania con Camboya y Kenia con Senegal. No merece la pena seguir. El nivel cultural de los asistentes ha bajado en picado. Lo único importante es hacer lo que te mandan para conseguir finalizar los trueques.
La transparencia es tan inexistente, que cuando se ha llegado a un acuerdo entre dos partes y cada una explica lo que ha conseguido, cuentan cosas diferentes y, en ocasiones opuestas. Es decir, o no se han enterado de lo que han acordado o, posiblemente, no lo quieren decir y desde luego, no quieren que los ciudadanos se enteren. Viva la transparencia.
En el mercadillo de San Jerónimo, también se puede asistir virtualmente. Aquí más parece la sala de subastas de Sothebys o Bonhams. Desde cualquier lugar, por ejemplo, Bruselas o Suiza, se puede participar de manera telemática y dar instrucciones a los asistentes para ir dando forma a las ofertas y conseguir así, las más ventajosa transacción.
Para participar telemáticamente, tampoco es necesario estar exento de problemas penales o judiciales. Se puede estar fugado del país, en busca y captura y participar. Es un mercado muy progresista, dicen.
De hecho, se da la circunstancia de que cuando alguna situación pasada, sancionada como delito y con condena en firme, impide la participación, ellos mismo promueven lo necesario para indultar y/o amnistiar a los culpables y con sus mismos votos quedar libres. El zorro cuidando a las gallinas.
Una importante novedad es que se pueden hacer transacciones a tres bandas. Los más expertos, ocultan a la segunda lo que están negociando con la tercera y al revés. De ese modo, se acuerdan cosas que, no solo no benefician, sino que perjudican al conjunto de los ciudadanos. Todo, por supuesto con absoluta falta de transparencia, de hecho, cuanto más se pueda ocultar mejor. Es como el famoso juego de la bolita que todos hemos visto en la calle. El trilero que siempre nos pregunta dónde está la bolita, y nunca acertamos. El engaño es habitual y frecuente en el mercado de San Jerónimo, desde hace unos años.
Aquí se compran y venden cosas de mucho valor. Recientemente se han producido transacciones muy importantes. Comentamos dos de ellas:
En primer lugar, el precio para conseguir esos famosos siete votos, ha sido la transferencia de la gestión de inmigración a una determinada comunidad autónoma. El acuerdo llegó a última hora, se ocultó a los no participantes, y se realizó utilizando a un personaje que, telemáticamente, iba incrementando el precio.
En realidad, la gestión de la inmigración, no se puede transaccionar en este mercadillo, pero eso se ajustará después modificando las normas, es un pequeño detalle.
Han pasado dos semanas y todavía nadie tiene el documento escrito que permita a los ciudadanos conocer el contenido de dicho acuerdo. Transparencia total. El acuerdo podría permitir que la comunidad autónoma que recibe las competencias pudiera expulsar de España a migrantes, un claro ejemplo de xenofobia en este mercadillo de productos progresistas.
Titulares recientes de periódicos de ámbito nacional
Está demostrado que los propietarios de esos siete necesarios votos, negociaron con una potencia extranjera para financiar, en 2017, su proceso independentista. También aparecen pruebas que demuestran relaciones y acuerdos entre estos grupos y otros de extrema derecha de otras potencias que podrían ser considerados traición al estado español y grave riesgo para la unión europea. No pasa nada, pueden participar en el mercadillo.
Mienten y mienten y vuelven a mentir igual que los peces en el rio beben, y beben y vuelven a beber.
El segundo acuerdo consiste en una ley de amnistía. Delincuentes fugados y condenados escribiendo y aprobando leyes que, casualmente, les van a permitir eliminar sus delitos, como si no hubieran existido. Nos quieren convencer de que no pasó algo que todos hemos visto, no se apedreaban a los policías, no se quemaban contenedores, no se cortaban carreteras, no se tomó por la fuerza un aeropuerto y los heridos que fueron tratados en hospitales, no existieron.
Las evidentes dificultades que supone la aprobación de dicha ley de amnistía, una ley intragable, donde el precio de compra de los mencionados siete votos no es posible por inconstitucional, muestra el creciente y continuo chantaje y extorsión aceptada, de hecho promovida, por el gobierno.
Pretenden amnistiar delitos de terrorismo que no vulneren derechos humanos (difícilmente entendible que un delito de terrorismo no vulnere los derechos humanos) y también pretenden amnistiar los hechos, probados, de la trama rusa que pueden ser juzgados como delitos de traición que, suponen, un riesgo para España y para la Unión europea. Quieren, en definitiva, amnistiar a todo el mundo, sea cual sea su delito. Todo esto resulta vergonzoso y, en mi opinión, simplemente estas pretensiones serían, en sí, constitutivas de un delito y suficiente para que un presidente de gobierno que se vista por los pies, de por concluida la relación con estos grupos.
Ya digo es un mercadillo donde todo vale, no hay reglas, bueno, no es cierto, si hay una regla: hacer lo que sea necesario para permanecer en el mercadillo el mayor tiempo posible. Esa es la única regla que todos cumplen. Conseguir los siete votos al precio que sea.
El comprador principal, o jefe de los compradores, está en problemas. Tiene una representación insuficiente, necesita imperiosamente comprar esos siete votos y por ello, cede y cede y cede a todas las peticiones. Desmonta España para permitir su continuidad. Le da lo mismo, está poniendo cimientos para su carrera personal. Ese es su amor a España.
El mercadillo se ha cerrado en enero. Para facilitar la comunicación y entendimiento entre los participantes se van a instalar unos equipos de traducción simultánea, una petición que bien expresa el chantaje a que nos referíamos antes.
Mientras todos los participantes tienen un idioma común, alguna minoría quiere poder expresarse en la lengua oficial de su CCAA, ya oficial en aquel territorio. 3 millones de euros de nuestros bolsillos costará la broma de instalar esos equipos para que, el señor procedente del país vasco, cuando un catalán esté en el ejercicio de la palabra escuche la traducción simultánea, ¡¡ojo!!, al castellano (conocido internacionalmente como español). Ciertamente esto es de Gaby Fofo Fofito y Milikito, los payasos de la tele, con el debido respeto para ellos.
Disturbios en Barcelona octubre 2017 - Imágenes EFE
Los primeros días de mercadillo han sido intensos. Han conseguido descubrir un nuevo tipo de terrorismo que no vulnera los derechos humanos, se han aprobado los presupuestos para esos equipos de traducción simultánea, se ha realizado una ofensiva en Europa para permitir utilizar las lenguas cooficiales de alguna CCAA (no ha colado), se han transferido las gestión de trenes de cercanías a una CCAA, se han perdonado deudas de 15.000 millones de euros a la misma CCAA, se ha aceptado la presencia de verificadores internacionales en las negociaciones y transacciones entre el legítimo gobierno de España y un grupo político cuyo líder lleva años fugado de la justicia (el vendedor de los famosos siete votos), se ha traspasado la gestión de inmigración y fronteras a esa CCAA, que también gozará de una bonificación en el transporte público. Se pretende sancionar a las empresas que abandonaron dicha CCAA, y también, regular el sueldo de los directivos de las empresas, seguro que me dejo algo.
Pero no todo son alegrías. También en días pasados, desde el tribunal supremo, han recibido la mala noticia de que incumplieron, otra vez, una ley española. Ya lo han hecho varias veces, pero no importa. En este caso, incumplen la ley de extranjería por no respetar los derechos de los menores que, en 2021, fueron devueltos a Marruecos desde Ceuta.
Constitución española 1.978
Todo esto se desarrolla desde el mercadillo de San Jerónimo, con asistentes virtuales, condenados y fugados, con negociaciones opacas y con trueques, chantajes y extorsiones pagadas con nuestro dinero y nuestros derechos. Como hemos dicho, venden lo que no es suyo y nunca pagan, lo hacemos nosotros.
En fin, un espectáculo nuevo en Madrid, propiciado por la convergencia de un, posiblemente enfermo, un fugado de España y algunos apoyos provenientes de personajes con experiencia en terrorismo. Todos rodeados por sus vasallos a quien deben sus sueldos y un muy alto estatus de vida.
Merece la pena conocer este mercadillo. Mi recomendación hacerlo desde fuera. Pasear por la carrera de San Jerónimo, ver ese frontal del palacio de las cortes, las columnas la escalinata y los leones que la flanquean. Daoiz y Velarde, si pudieran saltar y morder, lo harían. Han llegado y se han apoderado de un lugar emblemático, histórico para España un conjunto de personas basura que, como los bonos, si disponen del tiempo suficiente, arruinarán a España al tiempo que engordan sus bolsillos. Es lo que hay.
La princesa Leonor jura la constitución española - Imagen EFE
El mercadillo también tiene días de gloria que nos recuerdan lo que debería ser ese recinto. Se engalana en ocasiones importantes. Por el momento, continúa siendo así. Hemos asistido al acto de la jura de la constitución de Leonor, la futura reina de España, también a la apertura de los 4 años de contrato del presente hemiciclo con la asistencia de su majestad Felipe VI que, con su discurso, puso un toque de respeto y defensa constitucional, educación, formación, saber hablar, y mesura. Algo que en el mercadillo de San Jerónimo se ha perdido.
Algunos de los más activos participantes en todas las tropelías y atropellos mencionados, precisamente en esos días en que el palacio se engalana, no asisten. Ese es el respeto y la educación que muestran a la democracia, a la ley y a la España que paga sus sueldos.
Escribía Mariano José de Larra, en su artículo “el día de difuntos de 1836”, al referirse al edificio de la bolsa de Madrid “aquí yace el crédito español”. Quizás ahora se podría decir que, actualmente, en el edificio del palacio de las Cortes yace la democracia española. Esperemos a que se levante pronto.
Sobre los actuales gobernantes, habrá que limpiar y desinfectar cuando se marchen, ya están tardando.
Comentarios
También en esta categoría
2024-11-15
Inundaciones, muertos, desaparecidos y Asalto a RTVEVergüenza y descrédito en el Congreso de los Diputados
2024-09-29
El jugador, la actriz, el presidente, el director, el pirata y el becarioUn frio saludo, un plantón y un masaje
Francisco Javier
hace 3 trimestres
La tan repetida frase: “se va uno malo y viene otro peor” está a la orden del día en todos los ámbitos de la sociedad y en muchos sectores laborales. Pero lo de nuestros políticos es cada vez peor. Cada año, cada legislatura, cada Presidente y etc, etc, etc…. Me dan tanto asco los que negocian con los terroristas, traidores y antiespañoles que si los miles de muertos por el terror y los asesinos y cómplices etarras levantaran la cabeza, se volvían a su tumba. Todos sus familiares, amigos y compañeros y por ende todos los ciudadanos de bien tenemos que seguir aguantando las burlas, las amenazas, las injurias y las bravuconadas de todos estos terroristas y sus cómplices que están en las instituciones vascas pagados por todos nosotros para nuestro asco y humillación. Solo por eso y por muchas cosas más, por permitir una y mil veces los chantajes de los políticos catalanes y vascos debería desaparecer esta casta de asquerosos socialistas empezando por el innombrable Presidente del Gobierno